© Patricia Karina Vergara Sánchez
pakave@hotmail.com


DOCUMENTOS DE PENSAMIENTO LESBOFEMINISTA

Cuando quiero decir lo que miro en mi realidad cotidiana, me busco en un lugar distinto. Yo que hablo una lengua de mujer, nos reconozco, me reconozco en la ovarimonia, en la palabra dada por las mujeres a partir de la experiencia que pasa por nuestras cuerpas y desde nuestros pensamientos y ejercicios reflexivos, aquella que no necesita ser validada desde la lógica y la razón que rigen hoy a un sistema mundo que no es nuestro.


viernes, 30 de septiembre de 2016

ENTRE RESISTENCIA Y XENOFOBIA

Patricia Karina Vergara Sánchez
pakave@hotmail.com

Cuando era niña, a espaldas de la casa de mi madre vivía una familia que había migrado de Guatemala. Había mucha xenofobia contra elles en charlas cotidianas entre vecinos. “Seguro que esa basura la tiraron los guatemaltecos”, “Me desagradan, ojalá les apliquen el 33 (artículo constitucional que hasta donde mi mente infantil entendía era para que los echaran del país)”, “La casa de los guatemaltecos huele mal”. Pasaron los años. Los hijos de esas personas y ahora sus nietos, siguen siendo “los guatemaltecos” en la zona. No importa que ellos se digan mexicanos, no importa su documentación ni que el acta de nacimiento de dos generaciones diga que son mexicanos. Siguen siendo los extranjeros porque viven en una colonia popular, porque su piel es morena, su casa no es lujosa y porque no tienen poder para exigir a quienes han sido sus vecinos por años, un trato distinto. En tanto, en estos días, una amiga me ha contado la historia de una mujer de origen europeo y de piel blanca, de más de 10 años viviendo en México que sigue arrastrando el acento, tan coqueto al parecer, cuando habla. Ella demanda salarios de europea blanca, aun viviendo en México, y se lo conceden; siempre ha tenido el trato de privilegio que se da a europeas blancas en México y siempre ha tenido los puestos sociales que se dan a europeas blancas en México. Ahora, cuando le conviene, se presenta como mexicana. Mi amiga se indigna. Tiene razón. A varias personas de piel blanca y de origen europeo no les importa o no les sirve darse cuenta de que nunca ha vivido en el México que vivimos el resto de los mexicanos, que viven en el México del privilegio a las personas blancas y que, además, tienen el poder para exigir determinados tratos y para culpabilizar o hacerse víctimas de quien nombra algo tan evidente como que su voz no se escucha con el mismo peso que otras voces. Al mismo tiempo, una mujer blanca de ojos azules, delgada, argentina, con seis meses de comenzar a hacerse “mexicana”, me mira con la cara de sorpresa cuando hablo de grados de racismo en México y ella jura que nunca lo ha notado. 

Se nos pretende hacer ver que hay xenofóbia en quienes señalamos los privilegios de ciertos orígenes y de ciertos colores de piel. Sin embargo, sólo quiero decir que no, gracias por pretender ilustrarme, pero sé bien de lo que estoy hablando. Así como no existe el racismo desde quienes tenemos la piel de color hacia quienes ostentan la piel de la prerrogativa hegemónica. No existe la xenofobia hacia quien coloniza, que no es lo mismo que quien migra en otras condiciones. Son lugares estructurales bien distintos. Xenofobia es lo que han vivido por generaciones mis vecinos que llegaron de Guatemala. En tanto, señalar el privilegio como herramienta y otras posiciones en que ocurren nuevas formas de colonización, no es más que eso, el señalamiento de la colonia y el señalamiento del privilegio y del racismo interiorizado. Xenofobia y resistencia son dos lugares distintos y hay que comenzar a visibilizarlos.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

TEORIAS DEL DESAPEGO AL SERVICIO DEL SISTEMA

Otra de mis diferencias con ciertos usos en las ondas new age psico-espirituales tan útiles al sistema neoliberal: 

La idea de desapego "saludable" me parece tan peligrosa en ciertas bocas... Interpretaciones que en lugar de prevenir contra la dependencia, previenen contra el compromiso, contra la implicación profunda, cuando en nuestras sociedades en tantas circunstancias apegarse significa supervivencia.


Dos ejemplos rápidos: El apego emocional profundo entre amigas significa, literalmente. poder ir juntas contra el mundo -Yo por ti, tú por mí-. Así mismo, el compromiso profundo con propuestas políticas impulsa las luchas hacia nuevas utopías, ¿cómo pueden ser estas relaciones, entre otras, desapegadas? 

Las amistades sin apego terminan cuando se termina el café, no son proyectos de vida. La participación política desapegada-desapasionada termina cuando surge la posibilidad de un puesto político o una aparición en los medios, aunque sea en el bando opuesto. 

…y cuando una abre los ojos y la boca, sorprendida ante esa persona con la que se ha convivido pero que cambia de colores o de bando, hay un discurso contemporáneo del desapego, desapegarse de las cosas, de las situaciones, de las ideas, de los sentimientos, para que no duela. Soltar, dejar ir, pareciera que eso sana el dolor. 

Es aquí donde me alarmo: ¿Y qué que duela?, ¿por qué hay que correr a toda costa del dolor? Si se ha roto un amor, una amistad, una hermandad, una propuesta colectiva, por qué no se habría de llorar, de lamentar, de guardar el luto, incluso. En esta sociedad del fast track no hay espacio ni tiempo para los lutos, pareciera, por lo tanto tampoco para revisar, para revivir los hubiera, para reflexionar.“ A lo que sigue” -gritan los mensajes en los medios-. y, por supuesto, no hay amores que no sean sustituibles. 

Si sufres es porque generaste expectativas sobre les otres y es tu error por generar expectativas. ¡Caray!, esperar congruencia, correspondencia entre acción y palabra, solidaridad, reciprocidad o lealtad de otres se ha vuelto casi sinónimo de ingenuidad o de tontería. “Asume que generaste expectativas”-cómo te atreves-. 

Una cosa es que ante una persona o situación que hace daño, sea necesario alejarse, por supuesto, pero ello es una ruptura necesaria, lo que es muy diferente a “no apegarse” para poder soltar cuando sea conveniente (con todas las implicaciones no necesariamente éticas que se aplican humanamente a la conveniencia), se acerca tanto a convertir en desechables, en utilitarias las relaciones entre humanes. Por lo tanto, el construir en desapego nos exige no generar expectativas porque no sabemos cuándo esas relaciones humanas dejaran de sernos convenientes o cuando dejaremos de convenirles. 

Yo sólo sé que quiero relaciones apegadas, comprometidas, en donde pueda pedir y pedirme, con otras, respuestas del cómo y porqué nos tejemos o no de tales formas y quererles con pasión y llorar si nos lastimamos o si nos conmovemos, porque sé que el día en que no podamos esperar nada del otro ni de la otra, que no podamos exigirle cumplimiento a su palabra, el día en que no podamos confiar en la palabra de otre, ese día serán imposibles los sueños conjuntos, se cerrarán todos los caminos a las utopías colectivas.